jueves, 23 de octubre de 2014

Mi abuela

Autor: Antonio Pérez

Recuerdo cuando pasaba en casa de la abuela los veranos. Todo era diversión, lo único que hacía era jugar todo, el día con vecinos de mi abuela y primos, y comía bollos del Tío Metros, el panadero del pueblo que llegaba con su furgoneta y ese claxon de los que ya hoy en día no quedan. Recuerdo que mi abuela solía comprar una rosca de pan duro que muchas veces con un trozo de chocolate, era lo que me daba de merienda. Eran casi vacaciones de ensueño lo que de pequeño vivía en su casa. Incluso en alguna época de invierno cuando decíamos de visitar a la abuela, yo dormía con ella en la cama porque decía que era como una estufa.
Recuerdo hasta los malos momentos, como cuando no hacía nada más que entrar y salir de la cocinilla dónde tenían la lumbre, con esa puerta de metal pintada de verde con ese característico olor de pintura acrílica, y me decía la abuela, ¡Deja de abrir y cerrar la puerta que te vas a pillar los dedos!
Pues así es, me pillé un dedo, como si ella lo hubiera visto lo que iba a pasar. También nos daba a los zagales del barrio por jugar subiendonos a los montones de paja, tirándonos encima de ellos y poniéndonos envueltos, y un día después de llegar a casa de la abuela hecho un espantapájaros y echandome un rascapolvos mientras me preparaba un baño, me  decía, un día os vais a caer y os vais hacer daño que sois unos salvajes,... Pues como si ya lo hubiera visto venir, un día tirandonos a la paja nos hicimos daño con una horca que había entre ella y menos mal que las agujas miraban abajo, y de un simple moretón no pasó nada más grave. En fin, cosas de críos.
Y como no, el ajuar, hecho por ella de punto, de servilletas, mantel y toallas, incluso alguna de mis primas hasta su cubertería. Siempre ha dado lo poco que ha tenido, y se portaba muy bien con todo el mundo, muy querida allá dónde iba la Tía Prudencia.
Una de las cosas más curiosas que yo he podido ver, era su forma de cenar algunas noches, era inquietante, y a la vez estupefacto, como ver que su cena era un vaso de vino con un huevo crudo en su interior.... ponche le decía a eso...
Pues el tiempo ha pasado, y mi abuela no es la que era, ahora ella tiene alzheimer, como tantas muchas otras personas, ya no parece ni ella. Es una visión terrible, de verla así casi inerte, observadora, como si estuviera cabreada contigo y no quisiera hablarte, ignorándote, como si no existieras para ella. Es rara verla así, porque ella siempre ha sido un bicho, con un nervio de estar para arriba y para abajo sin parar, de un lado para otro. Pero bueno supongo que ese es el fin nuestro y de cada uno de nosotros, porque excepto por eso y por una fractura de cadera que tuvo hace tiempo, tiene la salud más fuerte que el hierro, y con alrededor de noventa años que tiene, ya se puede decir que es un milagro.
Como ya decía mi abuela "Al que se hace de miel se lo comen las moscas", y quizás ese es su secreto.

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