viernes, 8 de febrero de 2013

El ratón Serafín

Autora: Carmen Sánchez Pasadas


Esta es la historia de Serafín, un ratón menudo. Cuando nació era tan pequeño, que su madre pensó que no viviría. Sin embargo, era muy listo y gracias a su inteligencia logró sobrevivir. Sus hermanos pensaban que era un ratón extraño, porque a diferencia de ellos, no se dedicaba sólo a comer y dormir, sino que era muy curioso y siempre estaba explorando los alrededores.

La familia vivía oculta en una gran despensa donde había comida en abundancia, lo que propició que los pequeños ratones se volvieran holgazanes y despreocupados. Serafín en cambio, y gracias a su pequeño tamaño, accedía a los lugares más recónditos. De este modo descubrió junto a la casa unos jardines que rodeaban un edificio gigantesco, donde los humanos entraban y salían con asiduidad. Pronto aprendió a escapar y buscar refugio, tras verse sorprendido por alguno de ellos. Pero después de que este hecho se repitiera varias veces, un peligroso habitante llegó a la vivienda, era un gato gris con unos enormes ojos verdes. Se llamaba León y era muy astuto.

El ratón advertido por su madre permaneció algunos días bajo la protección de la despensa, pero la necesidad de aventura y que el aburrimiento era insoportable, hicieron que saliera de nuevo al exterior. A partir de la llegada del felino extremaba las precauciones, pero progresivamente recobró la confianza y  nuevamente se arriesgaba más, hasta que una mañana, León lo persiguió incansable acorralándolo en la puerta del edificio. Afortunadamente el felino tenía prohibida la entrada y Serafín, aprovechando su minúsculo tamaño, pasó sin ser descubierto.

Una vez dentro, el interior impresionó al roedor. Las paredes eran muy altas y estaban totalmente cubiertas por estantes llenos de libros de todos los tamaños y materias.  Frente a la librería, grandes ventanales dejaban pasar la luz cálida iluminando las mesas y sillas que ocupaban toda la sala. Había muchas personas que permanecían silenciosas, leyendo unas, escribiendo otras. Serafín avanzó por la biblioteca sin hacer ruido y cuando un lector salió de la sala para descansar, el ratón se encaramó hasta el libro abierto y recorrió las páginas. Vio una lámina con colores brillantes y una fila de palabras que explicaban la ilustración. El ratón quedó atónito al ver tal maravilla.

De regreso a casa, sorprendió a León que salía relamiéndose de la despensa. El muy truhán había descubierto el escondite familiar. Serafín afligido se escondió en un rincón hasta que pasó el peligro. Allí lo encontró uno de sus hermanos que lo estaba esperando para contarle la tragedia y como todos consiguieron huir menos el más perezoso que se demoró en escapar. Ahora estaban a salvo, lejos de la casa, donde el gato no los encontraría. Serafín dudó un momento respecto a seguir a su familia o no, finalmente decidió volver a la biblioteca y refugiarse dentro.

Pasaron los años y el ratón pasaba los días leyendo en el depósito de la biblioteca, lejos de miradas curiosas, saliendo al jardín sólo en busca de granos para alimentarse. De cuando en cuando León lo descubría y lo perseguía tenazmente, pero Serafín era cada vez más ingenioso esquivándolo.

Y por suerte, un día encontró un libro sobre gatos, así descubrió como vivían, cazaban, sus gustos y manías y se le ocurrió una idea genial para despistar a su enemigo. ¿Os la imagináis? El ratón fue cogiendo los pelos que el gato iba perdiendo y con ellos fabricó un mullido colchón donde descansar. De esta forma el cuerpo del pequeño roedor se impregnó del olor del felino y éste ya no fue capaz de seguir su rastro. Desde entonces Serafín vivió feliz sin preocuparse de León.

Lo importante no es nuestro tamaño, sino aprovechar nuestra inteligencia.

1 comentario:

  1. Mari Carmen, conforme leías tu relato, yo estaba imaginándome en dibujos a Serafín. Ya sabes... hay que copiar a Rafi, así que para el próximo, lápiz y papel en mano y con un poco de colorido: ¡perfecto!.

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