viernes, 18 de enero de 2013

¿Soledad o impotencia?

Autor: Antonio Pérez García


Soledad inmensa de océanos de tristeza, desamparo, divagando hasta los confines de un cielo inerte de esperanza, podrido y pestilente, dónde la misma amargura es utópica por su existencia. 

No paro de pensar cómo ha podido suceder esto, cómo no se han dado cuenta, incluso llegando a  pensar que no han querido darse cuenta, como un mal gesto provocado con fines como ya sabemos en estos casos, poco lícitos.

Realmente es duro ver a más gente de lo que se pudiera llegar a pensar, que pasean con cabezas cabizbajas, pasos lentos como “procesionados”, zigzagueando levemente, con una postura de decaimiento de hombros casi en el suelo, haciendo arrastrar las uñas por el suelo puliéndolas febrilmente. Realmente es duro ver como comerciantes ahogados con complejos de bombillas, se encienden ante la llegada de un cliente y se apagan ante su ida sin compra. El ver como las personas recorren cohabitando esas plazas y parques dónde al menos siguen siendo públicos, aunque eso sí…¿Por cuánto tiempo? Total al fin y al cabo en la tabla de ajedrez los peones somos los menos importantes aunque necesarios.

Las calles están abarrotadas de gente que va y viene, sin pensar, sin reaccionar, ¡Sin rechistar! Solo andar imitando a los zombis.

La paradoja de todo esto es la distancia desde la distancia de la punta a la base de este iceberg, la distancia entre el cielo y la tierra…juntos y revueltos pero tan solos…

Al fin y al cabo somos soledades vagabundas de mundos independientes y hermetizados como esclavo de su yugo, de unas realidades casi esquizofrénicas, de unas realidades de terror y miedo, dónde el ánimo, la valentía y la fuerza han sido consumidas.A veces estas personas parecen abducidos por la diosa soledad e indiferentes, en un sueño eterno como Morfeo.

Realmente es triste como España sufre esta depresión colectiva que ni el fútbol ni la ilusión de la lotería nos saca del pozo, ni siquiera otros muchos estupefacientes sociales colectivos hacen su efecto en esta Gran Soledad común del pueblo soberano español, donde sus dirigentes, gobernantes, políticos o por qué no decir opresores, torturadores, esclavistas; no hacen sino más que agravar el hoyo donde caer como antiguamente hacían a pobres moribundos, acostándolos colectivamente,  arropándolos con inmensas capas y deseándoles su ultimo y gran sueño terrenal. 

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