Sonríen mis manos inquietas al verte
Las miradas gastadas de los hombres te cubren
La piel se despierta con gritos ahogados
Las palabras de amor silenciosas te recorren
El desaliento desaparece
Yo, pertenezco al olvido,
El de madrugadas rotas de silencios
Tardes irredentas de tristezas
Noches de plomiza negrura
El vacío se abre a mis pies
Y tú, acendrado y místico,
Altivo y carcelero
Inmarcesible y etéreo
En el instante mismo en que mis ojos te atrapan
Comienza el mundo
Las lágrimas borbotean en cascadas
Despierta el deseo llenando los espacios
Las palabras se atropellan
Mírame, ¿Me reconoces rama de ese entretejido verde que es tu cuerpo?
O solo cobijas ausencias de una lejana memoria?
Búscame entre las miradas y yo saldré de mí para ir a tu encuentro
Siempre me alegro de verte.
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