Se lo dijo varias veces, ella sonreía, aunque seguramente pensaba que
él tenía razón y que no pretendía hacerle sufrir innecesariamente. A sus veinte
años, Manuel era ya tremendamente sensato. Necesitaba cambiar de vida, dejar de
sentirse atado a unas tierras que ya no producían lo necesario y a las que
llevaban atados varias generaciones.
María solía contestarle que esperara un poco y tuviera  paciencia que todo esto podía ser pasajero y
pronto podría mejorar la situación. No cesaban de llegar noticias sobre la
emigración de españoles desde distintos puntos de la geografía española hacia
Cuba. En esta isla se daban las condiciones idóneas para el cultivo del mejor
tabaco del mundo. Necesitaban mano de obra de agricultores que aportaran su
experiencia. Los cubanos no piden muchos requisitos, que sean preferentemente
varones entre 18 y 40 años y sobre todo que estén sanos. Era el boom del
momento.
Una mañana del 15 de Febrero de 1900, partió Manuel  desde el puerto de Tenerife en un barco de
vapor, dispuesto a cruzar el Atlántico y cumplir su sueño de hacer “Las
Américas” con rumbo a La Habana en busca de fortuna. Envueltos en lágrimas se
despiden Manuel y María. Él le promete 
que pronto volverá y ella ahogada en llanto, que siempre lo esperará´
Durante unos años, no paran de cruzarse cartas de amor llenas de
sueños y promesas. María las va guardando como el mejor de los tesoros ya que
es todo lo que le queda de él, junto a una foto en blanco y negro que él le
dedicó.
Cuando se es joven, eres tan impaciente, que cada día, cada minuto que
pasas  sin estar al lado de tu amor, se
te hace insoportable y eterno, pudiendo llegar a considerarlo como una
auténtica tragedia. Ella se pregunta  continuamente:
¿Cuándo volverá  Manuel? ¿Serían falsas
las promesas  y solo era teatro, en su
papel más hipócrita?
Con frecuencia, María acude a casa de Juana la hermana que ya solo le
queda a Manuel. Esta no deja de ofrecerle 
muestras de cariño y acogimiento, pero también la anima  para que ella 
siga su camino. Le quiere dar a entender que no se haga demasiadas
ilusiones esperando a que Manuel regrese, que deje ya un poco de lado el pasado
y comience a vivir la vida. Ella no hace mucho caso y sigue alimentándose de
recuerdos, acabando siempre 
desesperada  y hundida.
Cuantas veces  se ha sentido
convertida en dulce abuela, rodeada de sus nietos aunque nunca  ha llegado a ser madre. Necesita  reanimar su corazón destrozado y casi
consumido. A pesar de todo, sigue soñando vestirse de blanco azahar…
No está dispuesta a tirar la toalla, continua  amando la vida  aunque la plenitud  ha quedado 
bastante atrás y ella lo sabe de sobra. Nota como su cuerpo se va
desquebrajando, derrumbando poco a poco. Para consolarse piensa, que el destino
ha influido bastante  en todo lo que está
ocurriendo, en lo bueno y en lo malo y esto la tranquiliza un poco. Piensa a
veces  que la vida le ha escupido, le ha
dado  un poco de lado.
Ese viaje que Manuel hizo a La Habana en plena juventud, prometiéndole
que muy pronto volvería,  ¡Que lejos se
está quedando!! Se está  convirtiendo en
cenizas… Su cabello se ha tornado  en
gris, tirando a blanco. Se mira al espejo y retoca su pintura apagada y
marchita, sacando una sonrisa al pensar que Manuel  pudiera volver de repente.
Cada día va a la playa, pasando horas y horas, mirando a la lejanía,
no se cansa de esperar por su en algún momento 
el mar le devuelve a su amor en un barco de vapor. Para ella  no hay noche ni día. ¡Cuántas  lágrimas lleva derramadas!
Uno de los días que  acudió a
visitar a su cuñada Juana, esta tuvo que ausentarse un breve tiempo de la casa.
Mientras, María aprovechó el rato viendo fotos 
de la familia, encontrándose con algo que la hizo palidecer. Al
volver  Juana  no encontró 
a María en la casa, no le dio 
mayor importancia, simplemente pensó 
que se habría cansado de esperar aunque se había ausentado un breve
espacio  de tiempo.
No podía ni imaginar la última 
noticia  que le llegaría. María
había sido encontrada muerta en la playa. A 
su lado había un sobre con matasellos cubano. Dentro se encontraba una
página  de un diario de Cuba de hacía 39
años en la que informaba que Manuel 
había sido encontrado muerto en la playa, víctima de un robo.
Entre sus pertenencias, encontraron un billete con destino  a España.
 ¡¡Al fin estaban juntos!!
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