sábado, 28 de junio de 2014

El aparato de producir infelices

Autora: Elena Casanova
 
Echada en el sofá y con la televisión encendida, Irene apenas logra mantener los ojos abiertos  y el sueño la va atrapando lentamente. De una esquina de la pantalla salen unos hombrecillos cargados de objetos insistiendo en lo mismo: “¡tienes que cuidarte, tienes que cuídate!”. Irene siente cierto cosquilleo entre sus labios cuando, frente a su cara,  descubre a  dos de aquellos individuos, vestidos de un blanco impecable, que se empeñan en introducirle en la boca un cepillo de dientes. “¡Tienes que cuidarte, tienes que cuidarte!” repiten una y otra vez.
Apenas consigue apartarlos cuando del otro extremo del sofá aparece otro personajillo con unos tarros repletos de pastillas pregonando sus propiedades: “con la roja, tu pelo lucirá fuerte, la amarilla logrará que tus uñas brillen como la luna, y para esos michelines descomunales, rugosos y fofos, qué mejor que dos de estas verdes, una por la mañana y otra antes de dormir”. “¡Tienes que cuidarte, tienes que cuidarte!” repiquetea en su cabeza.
Antes de que  pueda darse la vuelta, la cara de Irene ha sido embadurnada  por un tipejo  calvo y de cara redonda que le explica las ventajas del maravilloso potingue: “ face sculptor tratamiento efecto ligting remodelator revolution. Esta maravillosa crema combina una mayor concentración de Pitera ingrediente natural que ayuda a restablecer el proceso de la renovación  de la piel, con una poderosa fusión de extractos vegetales, vitaminas, minerales y tres péptidos”. A continuación  extiende otra pócima alrededor de los ojos, enriquecida con una buena dosis de ácido hyaluronico, elastapol, oleo-amido y algunos cuantos componentes más,  imposibles de  descifrar. “¡Tienes que cuidarte, tienes que cuídate!”
Cuando la piel de Irene se ha librado de estas sustancias viscosas, siente que el pelo de una brocha le esparce una base de maquillaje al mismo tiempo que le insisten en la necesidad de mostrar una piel nueva, suave, natural, radiante, joven, luminosa, firme y sana. Luego, unos toques de rímel de tecnología superior  y fórmulas innovadoras sirven para alargar, dar volumen, espesor hasta conseguir un estilo dramático. “¡Tienes que cuidarte, tienes que cuídate!” insisten.
Y  mientras todos estos hombrecillos embadurnan, acicalan, embellecen, adelgazan, alisan, iluminan… desfilan por la pantalla  decenas de productos que elevan la autoestima; decenas de productos necesarios, imprescindibles; decenas de productos para hacerte dichoso, para sentirte satisfecho y encantado; decenas de productos...
 ¡Menudo aparato sensiblero, manipulativo,  sectario, morboso! ¡Qué mejor instrumento para  engendrar consumistas y producir infelices!

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