viernes, 21 de junio de 2013

Rafael miró el reloj

Autor: Antonio Cobos


Rafael miró el reloj, apagó el ordenador y dejó a un lado su clasificador de sellos. Cómo cada martes y jueves, acudiría a recoger a su nieta del colegio de primaria, le prepararía la merienda y la tendría entretenida hasta que su padre o su madre pasasen a por ella.

Había estado mirando un sello conmemorativo de Carlos V, que celebraba el 500 aniversario de su nacimiento, el 24 de febrero del año 1500, en Gante. El sello, precioso, reproducía el cuadro de Tiziano, en el que el Emperador Carlos monta un caballo zaino con un adorno rojo en su testa y al mismo tiempo porta una lanza en ristre, en su mano derecha. Lleva cubierto todo el cuerpo con una espléndida armadura, brillante y llena de doradas filigranas. Al fondo, y esto, ya no forma parte del cuadro, pero sí del sello, se observa un mapamundi con la inscripción TYPUS ORBIS TERRARUM, en el que se pueden observar, todos los territorios que formaron parte del imperio español del siglo XVI. Sobre la figura de Carlos se aprecia la leyenda, CARLOS V 500 AÑOS.

Hoy había elegido ese sello para “trabajar”, entre comillas, con su nieta. Tras la merienda, fue María la que le urgió al abuelo, comenzar la actividad de aquella tarde.

- Bueno, abuelo, ¿qué vamos a estudiar hoy? – preguntó poniendo su manita sobre la mano grande del abuelo.
- Pues, si te parece, vamos primero a mirar bien el sello que he seleccionado – contestó cogiendo en brazos a su nieta y dándole un beso, que ella devolvió, apretando con todas sus fuerzas la cara de su abuelo.

Ambos se fueron cogidos de la mano hacia el estudio, y se sentaron en una mesa llena de libros y papeles varios, con un flexo y con un ordenador antiguo. A María le gustaba aquella habitación, llena de estanterías con libros en sus cuatro paredes, y con aquella atmósfera de misterio.

El abuelo cogió con cuidado el archivador de sellos que comenzaba en el año 2000, con el 150 aniversario del primer sello español, y qué un poco más abajo, terminando la página, presentaba un sello conmemorativo de Carlos V.

- ¿Cuál es el sello más bonito de esta página?

María dudó, porque si bien el sello de Carlos V gozaba de una posición estratégica y destacada en la composición de la página y era el de mayor tamaño y el de mayor vistosidad, arriba, a la derecha, había dos sellos de mariposas, que habían captado su atención. Le bastó una mirada fugaz a su abuelo, para saber que éste estaba deseando que le señalara aquel sello grande y llamativo del fondo de la página.

- Éste – dijo, apretando su dedo índice contra la superficie del sello.
- No, no, no lo aprietes, que se puede dañar. Muy bien, muy bien. Ese es el sello más bonito de la página. - - ¿Y qué podemos ver en él?
- Hay un guerrero.
- ¿Y tú crees que el guerrero es importante?, ¿crees que es un jefe?
- Yo creo que sí – dijo María comenzando a interesarse de verdad por aquella figura majestuosa, que montaba serenamente un hermoso caballo suntuosamente enjaezado, dominándolo sin aparente esfuerzo y mirando al frente, con una lanza en la mano.
- ¿Y quién puede ser este personaje? Preguntó el anciano y añadió - Mira bien el sello.
- Ya lo sé, abuelo – dijo la niña con alegría, tras descifrar las letras impresas en el sello – Se llama Carlos ‘uve’. Carlos Víctor, como Carlos y Víctor mis amigos de mi cole. Abuelo, algunos niños se llaman con dos nombres, como José Carlos y Juan Antonio de mi cole, o Ana Laura.
- Pues sí, esa letra que hay ahí es una ‘uve’, pero también se puede leer como si fuera un cinco. ¿Y sabes por qué?
- No, el cinco es un número y la v es una letra.
- Pues así es, pero hace mucho tiempo, en tiempo de los romanos, los números se escribían con letras, y el número 5, se escribía con una uve. Como todo el mundo lo sabía, no se confundían.
- Pero, abuelo, es mejor que el cinco se escriba con el 5.
- Es posible, quizás por eso no seguimos usando letras para los números. Pero, a veces, sí las usamos, como para el siglo XXI. El siglo veintiuno se escribe con dos ‘x’ y una ‘i’. ¿Cuánto crees que vale la equis y cuanto vale la i?

María, inteligente para su edad, pintó dos equis y una i y sin saber muy bien por qué, dijo:

- Diez, más diez, más uno. La equis vale diez.

El abuelo no cabía en sí de gozo al percatarse de la capacidad de razonamiento de su nieta, una de los niñas más listas que conocía.

- Así es, pequeña mía – y la besó sonriendo - . ¿Y qué ves junto al nombre?
- 500 años.
- Y si hace 500 años y este sello es del año 2000, ¿cuándo crees tú que nació Carlos V?
- En el 1500.
- ¡Bravo, María!

A continuación el abuelo le explicó todo lo que había leído previamente en Wikipedia sobre el emperador Carlos y la primera mitad del siglo XVI. La niña lo miraba extasiada, y ante las explicaciones y las preguntas constantes de su abuelo se adentraba en el mundo de aquella época, sintiéndose un personaje más de la historia. Y se enteró de que Carlos era hijo de Juana La Loca y de Felipe el Hermoso y nieto de los Reyes Católicos. Y hablaron de los apodos, ‘La Loca’, ‘El Hermoso’. ¿Y por qué se los pondrían? Y su abuelo le explicaba el porqué. Recorrieron los países que formaban parte del Imperio español. Y llegaron a Yuste, donde el emperador murió, de una manera sencilla, con 58 años, ¡más joven que su abuelo!

Al final, cuando María es recogida por su padre y se despiden, la nieta aprieta su cabecita joven sobre el cuello arrugado del abuelo y le dice:

- Hoy he aprendido mucho ‘abu’, mañana se lo contaré a mi ‘seño’ y a mis amigos en la escuela.

Más tarde, cuando van padre e hija en el coche, en busca de su madre, para marcharse los tres a su hogar, a rematar el día, María va pensativa y dice:

- ¡Oye, papá! ¡Cuánto sabe el abuelo!

Sergio sonríe mientras conduce y, por un momento, recuerda las historias que su padre les contaba, a su hermano y a él, cuando eran pequeños.


(En lugar de escribir o de hablar de la belleza, he intentado escribir una historia ‘bella’. La belleza está en un paisaje, en un rostro, pero también creo que está en las emociones y en los sentimientos, y también en las relaciones, de dos amigos, de una pareja, y ¿por qué no?, de un abuelo con su nieta).

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